Semanas antes de las fiestas de Año Nuevo del año pasado, una amiga me dijo algo que me atravesó:
“Steph, sé que estos días son de unión y familia… pero a mí me da ansiedad cada vez que hay una reunión. Siempre me dicen algo que me incomoda. Y yo tengo que fingir que no pasó nada”.
Y ufff… empaticé mucho con ella.
Porque diciembre, aunque lo adornemos con luces, regalos y mesas bonitas, suele ser un mes en el que se espera que nos rodeemos de familia, amigos y personas que tal vez no vimos en todo el año —muchas veces por decisión propia—, pero que, por estar en un espacio familiar, tenemos que ver, interactuar y convivir.
Y eso activa viejas dinámicas.
Heridas que creíamos superadas.
Comentarios “inocentes” que en realidad detonan.
Roles familiares que cargamos desde niños y que, sin darnos cuenta, seguimos interpretando.
Y por debajo, como una línea tenue que nadie señala, está eso:
la conversación incómoda que no hemos tenido.
Porque no sabemos cómo hablar de temas difíciles.
No porque no sean importantes,
sino porque nos da miedo lo que se puede mover.
“¿Y si se molesta y se lo toma a mal?
¿Y si separo a la familia?
¿Y si me deja de hablar…?”
Pero necesitas saber esto:
Evitar la conversación no preserva la paz… preserva la ilusión de paz.
La verdadera paz exige verdad.
Y la verdad casi siempre exige incomodidad.
Qué pasa dentro de ti cuando evitas una conversación incómoda
Regresemos a mi amiga.
Todo parece normal en la cena familiar, hasta que alguien hace ese comentario que la descoloca cada año. Y aunque por fuera sonríe, por dentro algo se quiebra…
Ahí ocurre un proceso interno que casi tod@s conocemos, aunque no siempre lo nombramos.
- El cuerpo reacciona:
Una presión en el pecho. Un nudo en la garganta. Una respiración que cambia. Ese mensaje silencioso de: “Esto me dolió.”
- Aparece la mente con su discurso aprendido:
“No digas nada. No armes problemas.”
No porque seas débil.
Sino porque creciste creyendo que callar mantiene la armonía.
- La emoción se convierte en resentimiento:
Sin espacio para expresarse, la emoción no desaparece, se convierte en resentimiento.
Que no es enojo acumulado, sino dolor no escuchado.
- La relación empieza a pagarlo en silencio:
Distancia. Irritación por cosas mínimas. Ganas de evitar a esa persona.
Tu cuerpo recuerda todo lo que tu voz decide ignorar.
Por eso, diciembre puede sentirse tan pesado.
Por qué nos cuesta tanto hablar de lo que nos duele
No evitamos estas conversaciones porque seamos mal@s comunicando.
Las evitamos porque internamente hay capas que nos frenan:
- Confundimos incomodidad con peligro: En nuestra infancia, callar era sobrevivir.
- Creemos que ser honestos rompe relaciones: Pero lo que realmente las rompe es acumular silencios. Es no saber cómo comunicar lo que necesitamos, sin pelear.
- Nos enseñaron a cuidar más las emociones de otros que las nuestras: Aparece la culpa inútil: “¿Lo voy a lastimar?”
- Le tenemos miedo a ser vulnerables: Decir “esto me dolió” nos expone.
Pero te quiero dejar esta idea que puede cambiarlo todo:
No es debilidad admitir que algo te dolió. Es madurez admitir que quieres que la relación sane.
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Tips para tener una conversación incómoda
No se trata de confrontar, pelear o sacar una lista de reclamos.
Se trata de ser honest@ contigo. Y de saber expresar lo que sientes.
Así que te comparto esta herramienta, la misma que compartí con mi amiga, para tener esa conversación difícil cuanto antes:
1. Reconoce lo que sientes
Aceptar y validar lo que sientes, sin juzgarlo es el primer paso.
Antes de hablar, pregúntate:
- ¿Qué me dolió exactamente?
- ¿Por qué me impactó tanto?
- ¿Qué parte de mí se sintió desprotegida?
La claridad interna es la mitad de la conversación.
2. Habla desde tu experiencia, no desde la acusación
Puedes usar esta estructura:
“Yo siento_____ cuando pasa______ porque para mí significa_____ y necesito______”
Por ejemplo:
“Siento incomodidad cuando se hacen comentarios sobre mi vida personal.
Para mí significa que mis decisiones no están siendo respetadas.
Necesito que ese tema no se toque más.”
No acusa o hiere. Solo te muestra con verdad.
3. No hables para cambiar al otro; habla para no abandonarte a ti
Este es el corazón de todo.
La conversación incómoda no es una herramienta para controlar.
Es una forma de no volver a dejarte a un lado.
4. Sostén la reacción del otro sin abandonar tu límite
La incomodidad del otro no es señal de que hiciste algo mal.
Significa que estás cambiando una dinámica que llevaba años ocurriendo.
Y eso, naturalmente, mueve cosas.
No es tu responsabilidad salvar al otro de las emociones que tu mensaje le pueda generar. Cada quien es responsable de transitar sus emociones y de su manera de reaccionar.
Tú puedes acompañarlo con empatía.
5. Cierra desde la presencia, no desde la perfección
Puedes decir:
“Gracias por escucharme.
No espero resolver todo hoy,
pero sí quiero que podamos construir algo más sano.”
No necesitas que todo quede perfecto. Solo necesitas que sea real.
De evitar la conversación… a construir un puente
A comienzos del año, volví a ver a mi amiga.
Me dijo:
“Steph, fue incómodo. Fue raro.
Pero por primera vez sentí que no tenía que aguantar para pertenecer.
Sentí que me estaba eligiendo.”
Y ahí lo entendí otra vez:
La conversación incómoda no es una ruptura.
Es un puente.
Un puente hacia relaciones más reales.
Hacia vínculos más honestos y respetuosos.
Hacia menos resentimiento y menos ansiedad.
Hacia un tú más presente y coherente.
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Honra tu voz, aun en la incomodidad
Mientras leías, quizá sentiste algo dentro de ti.
Una señal suave pero constante.
Esa parte que sabe que algo te duele.
Esa parte que está cansada de quedarse callada.
Esa parte que reconoce lo que necesita, incluso si da miedo decirlo.
Esa voz… es la que quiero que empieces a honrar.
Porque las fiestas de fin de año no necesitan perfección.
Necesitan presencia y honestidad.
También límites que sostengan el amor, no que lo bloqueen.
Para eso, necesitas tu voz. Temblorosa o firme.
Pero tuya.
En la teoría todo se entiende, pero en la vida diaria… cuesta.
Si todo esto resonó contigo y sentiste ese pequeño deseo de “quiero hacerlo diferente, pero me cuesta sostenerlo sola”, quiero invitarte a la Comunidad Más Paz Mental.
No es un espacio para hacerlo perfecto; es un lugar para volver a ti una y otra vez. Para aprender a escuchar tu voz, poner límites desde la calma y regular esas emociones que se mueven cuando llega el momento de decir lo incómodo.
Y porque sé que este tema toca fibras profundas, en diciembre encontrarás dos recursos creados especialmente para acompañarte en este proceso:
La Meditación “Habla lo incómodo desde la paz”, para ayudarte a regular tu sistema emocional antes de conversar y la Masterclass “El arte de las conversaciones incómodas”, donde te guío paso a paso a comunicarte con claridad y presencia.
Si quieres un lugar que te sostenga mientras aprendes a hablar lo importante sin perderte a ti, 👉 haz clic aquí y te espero adentro.
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¡Ahora te toca a ti!
Aprende herramientas prácticas para gestionar tus emociones, poner límites con claridad y crear proactivamente una vida con paz y plenitud.


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