It's Raining Pelo

Lo que empezó como una ducha difícil terminó en una fiesta improvisada con mis hijas… al ritmo de “It's Raining Pelo”.
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Era un día normal (dentro de lo que cabe).

Las niñas fueron al colegio. Yo trabajé, descansé y salí a caminar…

Cuando regresamos a casa, estaban obsesionadas con una canción: It’s Raining Tacos.

Antes de seguir leyendo, por favor: escucha al menos los primeros 10 segundos de esta canción (prometo que entenderás por qué)
https://youtu.be/npjF032TDDQ?feature=shared

Me tenían aturdida, si les soy sincera.

Al mismo tiempo, las dejé disfrutar su canción… hasta que llegó “la hora loca”, como la llamamos en casa. Ese momento del día en el que todo se junta: bañar a los niñ@s, lograr que se pongan la pijama, cenar, recoger… sobrevivir 🙃🙈.

No es el mejor momento para nadie, pero es parte de la rutina.

Mientras ellas cantaban su himno oficial a los tacos, pensé:

Voy a aprovechar ahora que se bañan para bañarme yo y lavarme el pelo. Ya estoy pasada de días.

Pero cuando tienes cáncer, lavar tu pelo no es solo lavar tu pelo.

Sabes lo que va a pasar. Puedes intentar engañarte, hacerte la que no le afecta mucho, no pensarlo demasiado… pero sí afecta.

Si alguna vez viste una película donde alguien con cáncer se baña y el pelo se le cae en mechones, y creíste que era una exageración, déjame decirte algo: no lo es.

Es exactamente así. Tal cual.

El agua caliente corre y, con ella, partes de ti. Mechones en las manos, recorriendo la espalda, acumulándose en el piso.

Es un duelo silencioso. Un recordatorio de la realidad de la enfermedad.

La semana pasada ya lo había vivido. Y ahora, tocaba de nuevo.

Mi primer instinto fue enfrentarlo sola, a escondidas. Meterme a la ducha sin decir nada, sin testigos, sin preguntas incómodas.

Pero luego lo pensé mejor.

¿Y si, en lugar de esconderme, lo comparto con mis hijas?

Les recuerdo rapidito, por si acaso: ¿se acuerdan de mi último journal?

El jueves preparé a mis hijas y les conté que el viernes vendrían a raparme.

Yo, segura de que no les importaría porque ya lo habíamos hablado.

Pero no les gustó. Les dio miedo que me viera creepy y que sus amigos se burlaran.

Me hicieron tantas preguntas que, esa noche, dándole vueltas, terminé cancelando mi cita con Johnny, mi estilista.

Volvemos a la historia.

Pensé que, tal vez, si veían el pelo caer, si lo vivíamos juntas, no sería tan aterrador el cambio radical.

Así que caminé hacia su cuarto y les dije:

Niñas, me voy a bañar. Si alguna se quiere meter conmigo, bienvenida. Pero quiero que sepan que se me va a caer mucho el pelo.

Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, una parte de mí quiso tragárselas de vuelta.

¿Qué acabo de hacer? 🫨 Las voy a traumatizar.

Las vi quedarse en silencio un segundo y, en mi cabeza, ya estaba en pánico:

Ok, error. Fue un error. Mejor les digo que no, que me equivoqué, que no pasa nada, que mejor otro día…

Pero antes de que pudiera retractarme, las dos gritaron:

¡Yay! ¡Sí! ¡Yo quiero bañarme contigo!

Bueno. Ya no había vuelta atrás.

Y ahí estábamos.

El agua caliente corriendo.

El vapor llenando el baño.

Yo, intentando actuar normal.

Respiré hondo. Cerré los ojos por un momento. Me pasé la mano por el cabello y sentí cómo los mechones se quedaban en mis dedos.

Abrí los ojos. Miré hacia abajo.

Ahí estaba. Todo el piso lleno de pelo.

¡Wow! —dijo Jessi, con los ojos enormes, mirando el suelo.

Ellas mirándome a mí. Yo mirándolas a ellas.

Y en mi cabeza:

Ok, este es el momento en el que empiezan a llorar. Este es el momento en el que se asustan. Este es el momento en el que me doy cuenta de que fue un terrible error haberlas invitado… ¿en qué #%^€# estaba pensando?

Pero, en cambio, pasó algo que no vi venir.

Vanessa, con la mayor naturalidad del mundo, empezó a cantar:

"It’s raining pelo, from mommy’s head, pelo, it’s everywhere… pelo, mommy will be bald, it’s raining pelo!"

En español:

"Está lloviendo pelo, de la cabeza de mamá, pelo, está por todas partes… pelo, mamá será calva, ¡está lloviendo pelo!"

Para que se lo imaginen:

Jessica me miró esperando mi reacción.

Y yo… exploté en carcajadas.

Fue como si alguien hubiera presionado un interruptor.

En cuestión de segundos, las tres estábamos cantando a todo volumen la canción que Vanessa acababa de crear, cada vez con más emoción, cada vez con más ganas.

Las agarré de las manos y empezamos a saltar en la ducha, cantando como si estuviéramos en la fiesta de un matrimonio animando a la novia.

Vanessa se agachó, agarró el pelo del piso y, como si fuera nieve, empezó a lanzarlo al aire. Jessica la imitó.

y yo—que odio los gérmenes, la suciedad y los pelos caídos—estuve a punto de decir:

¡Nooo, Vane, qué ascooo!

Pero después pensé:

Ni de broma voy a arruinarles este momento. Prefiero después llenarlas de jabón que arruinarlo.

Cuando salimos de la ducha, mientras las envolvía en sus toallas y les secaba el pelo, Vanessa me miró y dijo:

Mami, está bien si quieres raparte el pelo.

Jessica agregó:

Sí, pero queremos estar contigo cuando lo hagas.

Y ahí entendí algo. Bueno, muchas cosas:

  1. No siempre tenemos que enfrentar los cambios sol@s.
  2. No siempre tenemos que proteger a los demás del dolor; quizás compartirlo y

       permitirles ser parte lo haga más ligero para todos.

Esa noche, me quedé en la cama, mirando el techo, y me pregunté:

¿Cuántas veces creemos que proteger a los demás significa ocultarles nuestra vulnerabilidad, cuando en realidad, compartirla nos acerca más?

¿Cuántas veces queremos escondernos cuando, en realidad, lo que más necesitamos es compañía?

¿Cuántas veces evitamos un duelo, cuando en realidad, vivirlo de frente nos da algo más hermoso en el camino?

No puedo prometer que todo este proceso será así de ligero y bonito siempre.

Pero sí sé que, cuando pueda, voy a elegir cantar, bailar, compartir mi proceso.

Porque transitar momentos retadores no significa hacerlo en soledad.

Porque incluso en los días más oscuros, podemos encontrar luz en la conexión con otros.

Si estás atravesando una situación difícil, te invito de todo corazón a no llevarlo sol@.

Ábrete a buscar y recibir apoyo, a rodearte de personas que te escuchen sin juicios, que te acompañen con empatía y que te recuerden que no estás sol@ en esto.

Hoy te ofrezco mi Comunidad Más Paz Mental, un espacio seguro donde cuentas con mi acompañamiento directo y con una comunidad de personas maravillosas, empáticas y asertivas, cada una en su propio proceso, pero todas dispuestas a escucharte, sostenerte y acompañarte.

Si sientes que esto resuena contigo, te espero con los brazos abiertos. 🤍✨

Y si alguna vez me encuentran por ahí sin pelo…

Ya saben la melodía.

Espero que te haya gustado! 

Si es así, comparte con tus seres queridos